El hormigón es uno de los elementos más comunes usados en construcción a nivel mundial. Su popularidad ha crecido exponencialmente desde su invención, hace más de 150 años, y se ha usado a discreción para proyectos de todo tipo. Han ido surgiendo diferentes tipos de hormigones especiales, únicamente cambiando ligeramente su composición para conferirles las propiedades más adecuadas para cada situación. Según un estudio de la BBC, la producción de hormigón se multiplicó por treinta desde 1950 y cuadriplicó desde 1990.
En la construcción moderna la capacidad de personalización de los proyectos en la mayor medida posible es un valor diferenciador y una garantía de calidad del resultado final. Existen multitud de tipos de hormigón en función de sus aplicaciones, propiedades técnicas, estéticas, método constructivo o su durabilidad, entre otros aspectos.
Se trata de un tipo de hormigón mucho más resistente que el hormigón convencional en relación a sus propiedades mecánicas y con una mayor durabilidad frente a las agresiones químicas. Su uso está muy extendido en la fabricación de estructuras de obra civil, ya que puede alcanzar resistencias superiores a 70 MPa, grandes estructuras o rascacielos.
Contiene aditivos como el humo de sílice y cenizas volantes, además de plastificantes que permiten reducir la cantidad de agua de amasado. Esta característica provoca a su vez que la porosidad sea muy reducida, lo que mejora la protección contra patologías típicas del hormigón, como el ataque por sulfatos y la reacción árido-álcali.
Ya sea empleando áridos de baja densidad, eliminando elementos finos o incorporando burbujas de gas en la masa, se consigue un hormigón cuya principal propiedad es una considerable reducción de peso. No obstante no es su única propiedad ya que si contiene un gran volumen interno de huecos es capaz de aportar aislamiento térmico y acústico.
Obviamente, una de las desventajas del compuesto es una pérdida de resistencia mecánica, algo que deberá tenerse en cuenta a la hora de decidir su aplicación. Una de sus utilidades más conocidas, aparte de la de aligerar estructuras, es la de reforzar forjados en rehabilitaciones de edificios o regularizar suelos desnivelados.
Como su propio nombre indica, la principal propiedad de este tipo de hormigón es que no necesita compactación, es decir, no requiere hacer el vibrado del hormigón recién vertido. El hormigón autocompactante se obtiene mediante la adición de aditivos superplastificantes. Es capaz de fluir por el interior del encofrado de forma natural sin que exista segregación ni bloqueos y consigue compactarse por la acción de su propio peso.
Valorando que deben tenerse ciertas precauciones a la hora de la ejecución, estas propiedades del hormigón lo hacen interesante para cualquier construcción, aunque uno de sus principales usos es la fabricación de piezas con formas complicadas o su empleo en la construcción de infraestructuras donde las labores de compactación son complicadas.
Los hormigones reforzados con fibras se consiguen mediante la incorporación de fibras a la mezcla de hormigón, consiguiendo un producto final más homogéneo con mayor resistencia en esfuerzos a tracción y mejores propiedades frente a la fatiga. Normalmente, se utilizan tres tipos diferentes de fibras para confeccionar un tipo de mezcla u otra en función de las propiedades que se desean obtener:
Más que de un tipo de hormigón, en este caso podemos hablar de un sistema de puesta en obra específico, ya que la mezcla que suele usarse es muy similar a la del hormigón armado habitual, salvando que existe una limitación del tamaño máximo de árido utilizado en función de las características de la máquina utilizada para su aplicación.
El hormigón se proyecta con una manguera o cañón de alta presión sobre una superficie, vertical u horizontal, que sirva de soporte. La fuerza del impacto del hormigón sobre la superficie permite que este quede perfectamente compactado y con buena densidad. También suelen utilizarse aditivos que faciliten una correcta aplicación.
Con esta técnica se consigue una buena resistencia por metro cuadrado y suele utilizarse en revestimientos o estabilizaciones del terreno.
Este tipo de hormigón permite construir superficies firmes aunque muy porosas, de manera que el agua puede circular a través de él consiguiendo unas excelentes propiedades drenantes. Suele utilizarse como sustitutivo de elementos como las zahorras o los bolos o en la confección de sistemas de drenaje. Por ejemplo, en el trasdosado de muros enterrados, o para la construcción de suelos de urbanizaciones, pistas deportivas, lavaderos…
Para conseguir un hormigón con estas características se eliminan los finos en su dosificación, consiguiendo que tenga poros abiertos de gran sección. Dependiendo de su uso final debe variarse tanto su espesor como su porosidad, ya que estas variables afectan a su resistencia. Necesita realizar una compactación adecuada para garantizar su durabilidad y una base adecuada que desaloje el agua que se drene a través de él, ya que de otro modo quedaría estancada.
Como su propio nombre indica, esta categoría de hormigón sirve para realizar funciones de protección sobre el hormigón que sí conforma la estructura o para piezas auxiliares, ornamentales o de relleno. La normativa española sobre hormigones establece que existen dos tipos de hormigones para usos no estructurales:
Este tipo de hormigón se consigue mediante un aditivo o fibras biocidas que impiden el desarrollo de microorganismos en su superficie. De esta manera se vuelve atractivo para su uso en hospitales, piscinas, granjas de animales… en donde la higiene sea un factor a tener en cuenta.
Hablando de hormigón es fundamental que la ejecución de la obra sea lo más cuidada posible, poniendo especial atención en la dosificación de la mezcla, el amasado, la compactación.
Salta a la vista que un requerimiento común fundamental para aprovechar al máximo las propiedades de estos hormigones es contar con un proyecto sin errores y una cuidada ejecución de la obra. En Ingenieros Asesores somos una compañía integrada en ARPHO (Asociación de Reparación, Refuerzo y Protección del Hormigón) y especialistas en hormigón, ya sea en las fases de ejecución de la obra, tareas de diagnóstico de patologías, mantenimiento, conservación o reparación del hormigón.