A la hora de hablar acerca del deterioro de edificaciones y estructuras es conveniente tener en cuenta dos términos fundamentales: integridad y envejecimiento estructural.
La integridad estructural y el envejecimiento de las edificaciones y estructuras están estrechamente relacionados.
La integridad estructural se refiere a la habilidad de una estructura o componente para soportar las cargas y desempeñar correctamente la función para la que ha sido diseñado sin presentar fallos.
Por otro lado, el deterioro natural que le ocurre a una estructura de forma inherente con el tiempo es lo que se conoce como envejecimiento estructural, aunque este término forma parte del lenguaje desde hace relativamente poco tiempo.
Una definición más precisa del término “envejecimiento estructural” sería: conjunto de cambios y deterioros en las estructuras y los materiales que las componen producidos por la acción del paso del tiempo en un determinado ambiente y uso.
El daño estructural en edificios o estructuras se refiere a cualquier tipo de deformación, falla o debilidad en la estructura de un edificio o una construcción que pueda comprometer su capacidad de soporte, estabilidad y seguridad.
Puede ser causado por diversas razones como:
El envejecimiento se produce por la exposición de la estructura a factores como:
El deterioro de las estructuras puede ser acelerado por factores como la falta de mantenimiento y la exposición a cargas excesivas, por lo que es importante que se realice un mantenimiento regular y adecuado de la estructura para prevenir el envejecimiento prematuro y detectar cualquier problema temprano.
La existencia de deterioro de edificaciones y estructuras se manifiesta de diferentes maneras, dependiendo de la naturaleza y la gravedad del problema. Algunos ejemplos comunes son:
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Los fallos que puedan ir apareciendo a lo largo de la vida útil de una estructura y es por esto que tanto las inspecciones como la monitorización estructural resultan cruciales a la hora de detectar eventuales problemas que puedan aparecer.
Las inspecciones, tanto programadas como no programadas, constituyen el método tradicional y más habitual que se ha venido utilizando para vigilar las estructuras, pero en las últimas décadas estas inspecciones se están completando con la monitorización estructural.
Siendo un método complementario a las inspecciones industriales, la monitorización estructural realizada desde las primeras etapas resulta vital para realizar un buen seguimiento de la estructura y detectar eventuales problemas que puedan aparecer, ya sean imprevistos o fallos normales debidos al envejecimiento estructural.
Un ejemplo de ello es el comportamiento estructural del hormigón, el cual sufre una alta probabilidad de fallo durante los primeros años de vida debido a posibles acciones imprevistas durante la obra u otros problemas que se dan en la fase inicial.
Resulta evidente por tanto que la monitorización durante la construcción y primeros años de vida de una edificación o estructura es clave para corregir los deterioros causados por el envejecimiento estructural y otros factores que puedan afectar a su integridad.
Los datos obtenidos durante las inspecciones y la monitorización de las estructuras son útiles para la detección de daños, evaluación de la seguridad y determinación de la capacidad residual de las estructuras, siendo la detección temprana de daños particularmente importante ya que conduce a intervenciones apropiadas y oportunas.