Quizás al hablar de una atmósfera explosiva en la industria lo primero que se nos venga a la mente sean explotaciones mineras o refinerías de combustibles. Sin embargo encontrar este tipo de ambientes tan comprometidos puede ser más común de lo que parece.
Aparte de los mencionados anteriormente, instalaciones como talleres de pintura, almacenes, silos o factorías de carpintería metálica son susceptibles de contar con este tipo de atmósferas de manera continua o puntual con el consiguiente riesgo para las personas.
Un espacio es susceptible de contener una atmósfera explosiva, denominada ATEX, cuando en él se concentra una cantidad suficiente de sustancias inflamables como vapores, gases o polvos, que actúan de combustible, y se mezclan con un comburente como puede ser el oxígeno presente en el aire.
Existe una subdivisión de zonas de riesgo en función del combustible, la frecuencia con que se producen atmósferas explosivas y su duración. Si el combustible consiste en concentraciones de gas, vapor o niebla podemos hablar de:
Si por el contrario el combustible está compuesto por polvo en suspensión las zonas de riesgo se clasifican como:
Una vez se mezclan las sustancias combustibles con el comburente en la proporción adecuada y por tanto, crean la atmósfera potencialmente explosiva, sólo es necesario un tercer factor para provocar la explosión: una fuente de ignición.
Una fuente de ignición es en definitiva una chispa puntual o un punto caliente. En algunas ocasiones una elevación de temperatura resulta suficiente para provocar una explosión, por ello las empresas que trabajan en áreas con atmósferas explosivas deben seguir escrupulosamente los dos tipos de directivas ATEX vigentes:
La seguridad de los trabajadores que desarrollan trabajos en zonas ATEX depende de que se apliquen estrictamente las directivas ATEX vigentes. En Ingenieros Asesores contamos con amplia experiencia en el campo de la prevención con numerosos casos de éxito que nos avalan. Consúltenos sin compromiso.