Una casa pasiva (también llamada casa solar pasiva o passivhaus) es un tipo de construcción que utiliza los recursos de la arquitectura bioclimática para conseguir un hábitat que sea eficiente desde el punto de vista energético. Su consumo energético es muy bajo debido a que durante todo el año ofrecen una temperatura agradable sin tener que recurrir a la calefacción de las casas tradicionales.
Este modelo de vivienda surgió en Alemania en los años 90, aunque el término ya se había popularizado una década antes en Estados Unidos, tras la publicación de diversos libros que enseñaban cómo construir viviendas que aprovecharan las condiciones climáticas del entorno. Esto les proporciona una característica única: consumo casi nulo y un confort interior inigualable a otro tipo de viviendas.
Aprovechar al máximo la luz solar, contar con un alto aislamiento y huir de los sistemas convencionales de refrigeración y calefacción son algunos de los consejos más básicos para construir una casa pasiva. La clave está en su vanguardista sistema de renovación del aire, con ventilación que permite recuperar el calor.
Un amplio y detallado estudio sobre los aspectos climáticos de la zona en la que se va a construir la casa es el paso previo a la creación de una casa pasiva. Este estudio debe incluir el clima, la orientación de la vivienda, su forma y volumen, cómo se protege del calor en verano, cómo capta el sol en invierno y cómo le afectan las sombras. Todo ello hará que la vivienda esté diseñada en base a aspectos bioclimáticos.
Esta es una de las claves de una vivienda pasiva, ya que si el aislamiento es el correcto se puede ahorrar hasta un 30% de energía. Reducir la pérdida de calor durante el invierno y ganar en confort durante el verano (gracias al ambiente que se crea por el aprovechamiento de las sombras) son los beneficios directos que proporciona a la vivienda.
Se define como puente térmico aquella rotura de la superficie aislante de un edificio, un lugar por el que la pérdida de energía es constante. El cambio de materiales o de la geometría del edificio son los causantes de la aparición de un puente térmico. Una casa pasiva tendrá que contar con una capa de aislamiento continua, de manera que no existan los puentes térmicos y la pérdida de calor asociada.
Otro de los puntos débiles de un edificio tradicional son las ventanas y las puertas, por las que se pierde energía que supone hasta un 30% de aumento del gasto energético. Su eficiencia energética pasa por una correcta instalación y una buena calidad.
La clave de un recuperador de calor es la de provocar el mismo efecto que un sistema convencional de calefacción sin usar este. Funciona de la siguiente manera: el aire del exterior en un día de invierno puede entrar a 0º C y cruzarse con el aire interior, que está a unos 22º C. El recuperador cederá energía para conseguir aire a 18º C.
Esta es otra de las características más importantes de una casa pasiva y está estrechamente relacionada con la ausencia de puentes térmicos. Conseguir la estanqueidad total del aire es vital, de manera que no existan uniones entre diferentes materiales que estén sin sellar y por las que se pueda filtrar aire exterior.
Una casa pasiva es sinónimo de confort, ya que las temperaturas interiores son homogéneas, la calidad del aire es la correcta y cuenta con un perfecto aislamiento acústico. El aire de una casa pasiva está libre de elementos como el CO2, el polen o el polvo.
El aire filtrado que no contiene polvo ni polen reduce las reacciones alérgicas de los habitantes de una casa pasiva. La buena calidad del aire mejora la sequedad de las vías respiratorias y reduce la sensación de cansancio y los dolores de cabeza, entre otras dolencias.
El bajo consumo energético, casi nulo, hace que sean casas eficientes. Al no emitir CO2 también se convierte en una casa sostenible a largo plazo. Además, se trata de una vivienda rentable, ya que el sobrecoste de la construcción se compensa con el ahorro energético.
El Passivhaus Institut de Alemania es el encargado de certificar que las viviendas pasivas están construidas según los estándares establecidos para ello. Esta certificación se consigue tras la superación de diversas pruebas técnicas.
Como se puede ver, las casas pasivas son una apuesta por la sostenibilidad y la eficiencia energética a la hora de construir viviendas. Su elevado precio se compensa a corto plazo por su importante ahorro energético. Además, es una apuesta por la salud, debido a su buena calidad del aire.